Carlos Semprún

Tiempo de lectura: 12 minutos

17 abril, 2023

 

Grandes firmas como Armani, Prada, Zegna, LVMH, sólo por mencionar algunas han puesto en marcha departamentos que vigilan la trazabilidad de los materiales y la manera de crear prendas sostenibles sin renunciar a la calidad. Ermenegildo Zegna, por ejemplo, ya trabaja con tejidos reciclados de la firma Ecofalf y alcanza, así, la más alta calidad. El reto continúa, como han señalado algunos especialistas a el diario El País: “La industria de la moda se enfrenta a serios desafíos que reconfigurarán el sistema en los próximos años. Ser sostenible ya no es una alternativa, si no un imperativo. Los cambios deben afectar a todos los procesos y a todos los implicados. Algunos ya están en marcha y buscan dar solución a problemas urgentes, aunque otros simplemente tiñen de verde las apariencias, mientras que quedan aún algunos efectos que ni forman parte de la agenda. En este último cajón entran las microfibras (un subconjunto de los microplásticos) que no por pequeñas dejan de ser un asunto desdeñable”.

En este panorama sobre la contaminación de los plásticos vale la pena mencionar el informe que acaba de publicar la ONG Forum for the Future: Tackling Microfibres at Source donde anuncian “Las microfibras ya están por todas partes”, algo que nos debería de preocupar ya que muchas de ellas llegan a los océanos, donde se obtiene parte de los alimentos que consumimos. El banco BBVA ha elaborado un informe en el que señala que en el mundo se fabrican más de 5 millones de prendas a base de mezclilla al año. Y es que, confeccionar cada pieza requiere unos 7.5 litros de agua. Marcas como Levi´s han puesto fin a este proceso y ya elaboran pantalones de mezclilla sin el desgaste de miles de litros. Por otra parte la empresa española Jeanologia decidió sustituir estos métodos de ‘lavado’ y ‘rotura’ de pantalones por técnicas de láser y gas ozono. Suavizar las telas con mezclilla puede ser más sostenible. Y lo hicieron. Su tecnología es aplicada por fabricantes de India, México, Marruecos o Bangladesh.

Creadores como Palomo Spain o Brunello Cucinelli, entienden que un diseñador debe respetar la sostenibilidad en todo el proceso. Ello pasa por producciones pequeñas para no incrementar el stock y la ropa está cosida por personas locales, unos en una zona y en otra, que tienen un sueldo digno, tienen cómo comer, tiempo de descanso y que va a su casa todos los día. Todo forma parte de una moda respetuosa con la naturaleza y con las personas. El informe de BBVA apunta una historia de éxito sobre eco-colaboración y comercio justo. En el noroeste de Kirguistán, país de Asia Central, llevan siglos produciendo productos de fieltro, tela típica de la zona, con métodos tradicionales y respetando el medioambiente.

En 2017, estas artesanas se organizaron para colaborar con la Alianza para las Montañas, iniciativa vinculada a Naciones Unidas, para comercializar sus productos y salvaguardar su fuente de ingresos. Este año, gracias al impulso de una conocida ítalo-haitiana, Stella Jean, se estrenaron en la Semana de la Moda de Milán. Si se trata de aplicar la filosofía de residuo cero, en América Latina destacan iniciativas como la de la firma mexicana Eilean Brand, que mantiene seis líneas con tejidos sostenibles: lino de bambú, algodón reintegrado, suéteres regenerados, mermas textiles, algodón certificado de ahorro de energía y agua, y cáñamo orgánico. La reducción de desperdicio la llevan a la máxima expresión del mundo fashion, por ejemplo la creación de patrones y la perdida en los cortes es mínima.

Son solo unas pocas buenas prácticas para dar un giro al paradigma que ha dominado en el mundo de la moda. Durante las últimas décadas, se había fomentado una cultura de usar y tirar que tiene un impacto profundo en el planeta a nivel medioambiental, social y económico. De acuerdo con la ONU, la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo y produce más emisiones de dióxido de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos. Está, además, detrás de una gran cantidad de casos de trabajo esclavo.

Para darle la vuelta a esta tendencia, consumidores de los cinco continentes han comenzado a demandar una industria más sostenible y ética. Junto a sus demandas se ha alzado la voz de organizaciones y movimientos, y han aparecido numerosas iniciativas de producción y venta de moda sostenible y comercio justo. Firmas como Coach han tomado medidas: “Sabemos que la sostenibilidad es responsabilidad de todos” dice la firma que, además, cuida todos los procesos de fabricación de sus productos, para que estos contaminen lo menos posible y que su duración sea de mayor tiempo sin perder la calidad y exclusividad que los distingue. Coach fue nominada entre las empresas más sostenibles en Estados Unidos en los últimos años con su fragancia Coach Man Blue.

Las tendencias de la moda tienen dos grandes objetivos, el confort de la prendas y la sostenibilidad. Un reto para una da las industrias más contaminantes del planeta. Pero las grandes firmas se han tomado la tarea en serio. Diez de de ellas nos develan su sueño de ofrecer con sus prendas un mundo más equitativo, inclusivo y sostenible. Saben que el camino es largo. El mundo de la moda ha escuchado la demanda de un gran paso a la transición ecológica. Todas las grandes marcas están muy comprometidas con temas como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la huella hídrica, el uso de materiales reciclados y reciclables, la transparencia de la cadena de suministro, la racionalización de los procesos de logística, la responsabilidad social, y aspectos como la diversidad, la equidad y la inclusión.

El Grupo Prada, por ejemplo, ha decidido nombrar a Lorenzo Bertelli, de 33 años, hijo de Miuccia Prada y de Patrizio Bertelli, como Head of Corporate Social Responsability del grupo. El nombramiento ha ayudado a que las empresas entiendan la importancia de poder contar con un rol que se encargue de la ecología”. Fendi, por otro lado ha creado un espacio donde la sostenibilidad es protagonista y renueva su compromiso por respetar el planeta. Giorgio Armani, ha eliminado los abrigos de piel de sus colecciones, invirtiendo en la búsqueda de materiales alternativos, reemplazando los rellenos de las prendas con plumas de ganso por copos de cachemira. Una táctica elegida también por Valentino: “Maison de Couture para nosotros significa creatividad, unicidad, intimidad y mentalidad inclusiva”.

También Salvatore Ferragamo ha querido marcar un gol importante en términos de inclusividad ligada a la sostenibilidad, lanzando Sustainable Thinking, una plataforma con la intención de hospedar, nutrir y apoyar el intercambio sobre este tema. “Sustainable Thinking es un punto de partida que define la dirección hacia la cual nos estamos moviendo para realizar el sueño común de un futuro cada vez más responsable, apelando a valores imprescindibles del genius loci como artesanía, tecnología, investigación y sostenibilidad, ha comentado Micaela le Divelec Lemmi, CEO de Salvatore Ferragamo. Tejidos veganos llegan al mundo del calzado, donde el nopal parece tener protagonismo y futuro. Gucci ha creado bolsos con total trazabilidad, Nike también ha hecho una apuesta fuerte por la sostenibilidad; Stella McCartney es pionera en renunciar a las pieles y en apostar por la ecología en su moda.

Es importante la huella ecológica de los materiales utilizados, por ejemplo el algodón contamina mucho, por el agua que necesita, y los productos químicos para guardar su cultivo, no así el lino. El algodón orgánico es una opción. El informe BBVA señala que en los últimos años, la investigación ha conseguido crear textiles de otro tipo de materiales sostenibles para la moda y la creación de ropa ecológica. Es el caso del SeaCell, una fibra sintética 100% biodegradable elaborada a partir de la celulosa de la madera y de algas marinas; o el Piñatex, un producto elaborado a partir de la fibra de la piña. También hay proyectos, como el de Ecoalf, que fabrican todas sus prendas con plástico reciclado. Ahora los nuevos retos son un etiquetado riguroso para que el consumidor aprecie la moda que respeta la naturaleza y los procesos de elaboración y la actitud proactiva de las marcas que no solo no dañan la naturaleza si no la defienden, como Vilebrequin ayudando a rescatar plásticos del mar. Marcas que defienden los bosques y afrontan el reto del siglo, la moda sostenible que se reconcilia con el planeta.

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