Según algunos puristas de la relojería, el tourbillon es un componente adicional —sumamente sofisticado— que hace que los movimientos mecánicos sean aún más precisos, pero no una complicación verdadera. Esto porque, en el mundo de las manecillas, cuando se habla de complicaciones, se describen todos los mecanismos que muestran información adicional a las imprescindibles horas y minutos (como, por ejemplo, un calendario o un cronógrafo). Sin embargo, para otros, representa una quintaesencia del arte de la alta relojería.
Fue el gran relojero suizo Abraham-Louis Breguet quien, a principios de 1800, dio una respuesta a uno de los problemas más grandes de la relojería mecánica: permitir a los movimientos de los relojes de bolsillo desafiar la gravedad anulando las diferencias de marcha en diferentes posiciones.
El tourbillon es un sistema de componentes insertados en una jaula que, al rotar, anula y compensa errores eventuales de los calibres. Parece fácil, sin embargo, no lo es. No lo era en ese entonces y no lo es hoy, aunque la relojería moderna haya hecho pasos de gigante en comparación con los de hace dos siglos. Los modelos que cuentan con un tourbillon (hoy de pulsera) lo presentan como una joya de la corona en un contexto de altísima manufactura. Por esta razón, son pocas las casas de relojería que pueden permitirse realizar este tipo de mecanismo escenográfico en sus relojes, mostrando toda su sabiduría y conocimiento técnico.
Muchos piensan que los modelos con tourbillon son sólo para la muñeca masculina, pero es un error. En los últimos años han conquistado también el mundo femenino, con versiones aun más preciosas decoradas con diamantes. Les presentamos una serie de ocho espectaculares relojes, cuatro para mujer y cuatro para hombre, realizados por Audemars Piguet, A. Lange & Söhne, Blancpain, Breguet, Bvlgari, Cartier, Patek Philippe y Jaeger-LeCoultre.
TE RECOMENDAMOS