‘Ironía’ es la palabra que viene a mi mente cuando veo desde lejos a la bailarina inflable de nailon de 14 metros —pieza de Koons— sentada frente al museo, imponente. Llama la atención de los transeúntes curiosos aunque sepan, o desconozcan, que se encuentran frente a una de las obras más icónicas del artista mejor cotizado en la historia. Recientemente, su obra Rabbit se subastó por la casa Christie’s en 91.1 millones de dólares.
Camino hacia el primer piso del Museo Jumex para ver la tan esperada exposición y, de nuevo, la palabra “ironía” vuelve a rozarme los labios. Y es que posiblemente no exista manera de describir el trabajo de los dos artistas que se reúnen en la sala sin usarla. Apariencia desnuda: el deseo y el objeto en la obra de Marchel Duchamp y Jeff Koons es una de las exposiciones imperdibles del año.
Bailarina sentada se expone al exterior del Museo Jumex y posee una altura de 14 metros.
El nombre elegido por el curador italiano Massimiliano Gioni, director artístico del New Museum de Nueva York, no podría ser más atinado. Inspirado en el estudio que hizo el poeta Octavio Paz sobre la obra de Duchamp, nos da una pista de lo que podremos ver en las salas del Museo Jumex hasta el 29 de septiembre. Como lo explica Gioni: “La exposición ilumina la obra de dos artistas que presentan las apariencias y las apariciones al desnudo en una partida de ajedrez entre la esencia y la superficie”.
Pero, ¿cuáles podrían ser los ejes que unen y entretejen de manera conceptual la obra de Koons y Duchamp? La muestra está dividida en cinco de ellos. El primero es la erótica de las cosas, la forma en la que ambos artistas exaltan el deseo y la sexualidad en lo cotidiano. En este mundo, cuyo único fin pareciera volvernos grandes consumidores, Duchamp veía el simple hecho de elegir como una forma de hacer arte, desafiando siempre la estética convencional con piezas como un urinario o una rueda de bicicleta, una pala, que hoy son de las mayores obras de su tiempo y se encuentran, por primera vez, en las salas del Museo Jumex. Estas piezas se yuxtaponen a los primeros trabajos de Koons, como una pelota de basquetbol en una pecera o una cubeta, objetos del deseo esporádicos e imprevistos antes de que el artista adoptara el estilo reluciente, casi absurdo, que conocemos hoy.
Seguimos con el sex appeal de lo inorgánico, en el que los aparatos mecánicos y la tecnología son los protagonistas como metáforas de nuestro propio cuerpo y deseos. Bastante se ha hablado ya de la atracción de Duchamp y de Koons hacia los procesos industriales, la ciencia y el consumismo, sin embargo, por primera vez podemos ser testigos de sus exploraciones enfrentadas, con obras como The New de Koons y la novia con los solteros de Duchamp.
En la sección Vice sans fin o las Anatomías de deseo, se analiza el eros como primordial; la mirada de Duchamp que apunta hacia el vicio y el verismo —tendencia artística parecida al naturalismo— como fuente infinita de placer, creación y libertad. Por su parte, Koons glorifica al erotismo como el camino de quien observa hacia la liberación de la culpa que acompaña al deseo y la autoaceptación. Así, los explícitos retratos de Made in Heaven que Koons fabricó con su exmujer, Ilona Staller, la actriz porno conocida como Cicciolina, nos reciben y nos incluyen de manera bastante literal en escenas sexuales que nos llevan a polemizar sobre la máxima duchampiana del eros, que dicta: c’est la vie.
La cuarta parte de la exhibición lleva por nombre Subjectividad ready-made donde podemos ver las piezas que hoy llevan la bandera sobre lo que significa la imagen pública e identidad del artista. Rose Sélavy, alter ego femenino de Duchamp y el seudónimo R. Mutt, fueron sujetos que utilizó el artista para encumbrar la farsa que rodea al papel del artista y enfrentan al lugar donde se para Koons, quien asume sin reparo ser el artista mejor pagado en la historia del arte. Aquí podemos ver Tzanck Check y Belle Haleine de Duchamp y las series escultóricas de Koons Banality, Luxury & Degradation y Ad Art Portfolio, donde el estadunidense analiza la forma en la que la clase en la que nacemos define lo que aceptamos como deseo y la identidad pública que asumimos.
Finalmente, en Inociencia y Corrupción podemos explorar el punto de vista de ambos sobre la niñez. La forma en la que Duchamp imaginaba niños-máquina usando metales o los enormes juguetes metálicos y de Play-Doh de Koons. Ambos artistas nos muestran casi de forma satírica el momento preciso en el que, gracias a la publicidad, nos volvemos parte de la máquina del consumismo y el deseo, a muy temprana edad.
En la exposición se pueden ver obras de Koons como Ushering in Banality, Metallic Venus y Three Ball 50/50 Tank.
Separados por un mar y varias generaciones de distancia: Marcel Duchamp nació en Francia 1887 y produjo su cuerpo de obra a partir de los años 10 y 20 del siglo pasado, en su mayoría para poder sobrevivir dedicándose a lo que realmente amaba hacer: jugar ajedrez. Por su parte, Koons nació en Pensilvania en 1955 y comenzó a producir sus obras pop monumentales en la década de los 80 y hasta nuestros días.
Sin embargo, mientras atravesamos las salas del Museo Jumex podemos entender la manera magistral en la que Massimiliano Gioni, como un juego de espejos, coteja el interés casi obsesivo de ambos artistas en el deseo, la sexualidad, lo cotidiano, la publicidad, la percepción, el consumismo e incluso el placer que todo lo anterior sugiere. Como aseveró Duchamp, “todo ya está aquí, solamente debemos abrirnos al mundo a nuestro alrededor”,y esta exposición es una gran manera de hacerlo.
Además, como parte de la exhibición podemos encontrar los archivos sobre la obra La fuente (Duchamp) del artista francés Saâdane Afif, un proyecto que desde 2008 engloba una colección de imágenes de esta icónica y disruptiva obra: la pieza más emblemática del arte creado en los últimos 102 años, investigada en más de mil libros y 140 obras que podemos ver en el sótano del museo.
Las obras de ambos artistas son una metáfora de la época en la que vivimos, una civilización en la que la formación o el talento no son necesarios para sobresalir, pero sí nuestra imagen pública, la figura que creamos ante el mundo y los objetos que trabajamos día a día para adquirir que en sí mismos encierran preguntas como ¿quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿En qué sociedad vivimos? Supongo que la ironía me acompañó durante toda la exposición, al igual que al amable lector que llegó al final de estas líneas. Como aseguró el mismo Koons durante la conferencia de prensa: “Los objetos son metáforas de nosotros mismos. El readymade se trata de aceptación”. Supongo que debemos aceptar que vivimos en una sociedad capaz de pagar 91 millones de dólares por la escultura de un conejo, y que el deseo hoy es definido por algunos cuantos, para las masas.
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