Frida Kahlo, el coraje de vivir
Subtítulo “Era divertida, bonita, distinta, coqueta..., un ser risueño al que amaban hombres y mujeres excepcionales; nunca se lamentaba, ni dejaba paso a la autocompasión”, comentó la actriz Marta Brick que la ha interpretado en escenarios de teatro.

La sombra de Frida Kahlo es alargada, su energía crece con los años, su influencia, su inspiración y el poder de su obra. Cerca de 70 años después de su muerte su huella está más vigente que nunca. “Era divertida, bonita, distinta, coqueta…, un ser risueño al que amaban hombres y mujeres excepcionales; nunca se lamentaba, ni dejaba paso a la autocompasión”, ha comentado la actriz Marta Brick que la ha interpretado en escenarios de teatro.

Ante la duda si Frida es un mito o una leyenda, la respuesta es que tiene algo de los dos. Su trabajo ha trascendido a lo largo de los años, camisetas, murales, museo de peregrinación, postales, imanes, joyas, zapatos de más de 100 años de su nacimiento su iconografía, su pintura, sus textos, su personalidad siguen vigentes y siguen asombrando a nuevas generaciones que ven en ella el emblema de una mujer que lucho por su voz y su obra en tiempos que la mujer era relegada.

“Estaba avanzada para su época. El motivo por el que es tan contemporánea ahora es que ya era contemporánea entonces”, asegura Circe Henestrosa, la curadora de la exhibición “Frida Kahlo: Construyéndose a sí misma”, que se vio recientemente en el Victoria & Albert Museum de Londres. “Era una mujer mexicana, de piel oscura, que quedó discapacitada y que buscaba un lugar como mujer artista en un ambiente dominado por los hombres en México: el mundo del arte”, afirma a experta.

Hay quien critica la mirada superficial de Frida por sus posesiones y no por su obra, como el periodista de The Guardian, Jonathan Jones, como si fuera un maniquí de moda, por encima de su obra y de sus textos que son valientes, sinceros, apasionados, escribe a sus amigas, sus amantes, su doctor, y a ella misma en su diario, y a su cuerpo mutilado, poemas y corridos, donde se unen palabra y dibujos . Reflexiona sobre la pintura, el color, dolor y el amor. Le hace poemas bellos a Diego Rivera, además de pintarle, “Yo no sería capaz de pintar un retrato como los que hace Frida a Diego”, afirmó Picasso. Con tequila y con amantes, lucha en una vida de desamor y “la tristeza se retrata, en todita mi pintura, pero así es mi condición, ya no tengo compostura,” decía.

Luchó contra la poliomelitis, un accidente, 32 operaciones, y unas ganas de vivir y un guión para sufrir que acompañó toda su creación 150 obras inmortales. La curadora Henestrosa señala: “Encontramos a la mujer que era muy sofi ticada, que amaba los perfumes y el maquillaje, que era increíblemente femenina y a la que le encantaba arreglarse. A través de su arte y de sus atuendos lidiaba con sus creencias políticas, la relación con Diego Rivera (su marido) y sus discapacidades”.

Su voz es melodiosa y cálida, como hemos escuchado, según algunas grabaciones que se han oído recientemente, precisamente hablando de Diego Rivera. “Quisiera siempre tenerlo en brazos como a un niño” proclama con voz dulce. Su fuerza, su coraje por vivir, su libertad, su aire contemporáneo todavía vigente la convierten en un mito y en una leyenda. Es el rayo que no cesa.