Miguel Bertojo

Tiempo de lectura: 9 minutos

31 marzo, 2019

 

Como heredero universal de Yves Saint Laurent, una de las primeras decisiones de Pierre Bergé, su sempiterno compañero, su alter ego, su socio y pigmalión, fue deshacerse, en 2009, de buena parte de la soberbia y ecléctica colección de arte basada en la “audacia de la mezcla” —concepto concebido por la vizcondesa Marie-Laure de Noailles—, y de otros valiosos objetos raros, de estilos, épocas y procedencias dispares, reunidos por ambos durante casi cincuenta años.

A través de la casa Christie’s se subastaron, en París, más de 700 objetos, desde antigüedades, esculturas, mobiliario japonés o art decó, hasta pintura flamenca del siglo XVII y obras de Goya, Matisse, Cézanne o Degas, incluso de Duchamp, Modigliani, Mondrian o Picasso. La entonces llamada subasta del siglo alcanzó 374 millones de euros, un récord de recaudación que, como buen filántropo, Bergé destinó en una buena proporción a su cruzada contra el VIH/sida.

Pierre Berge

Pierre Bergé delante de un retrato de Yves Saint Laurent pintado por Andy Warhol.

Nueve años más tarde, por voluntad del propio Bergé y por encargo de su marido, Madison Cox, Sotheby’s acaba de subastar, en París, mil 27 lotes procedentes de sus cuatro residencias. Así lo anticipó el título de la subasta: Pierre Bergé. De un hogar a otro. De su mansión de la rue Bonaparte, en el centro de la capital francesa —antigua residencia del pintor Èdouard Manet y del mariscal Hubert Lyautey—, decorada por François-Joseph Graff y el dúo milanés Roberto Peregalli y Laura Sartori.

Pero, también, de su residencia Mas Théo, decorada por Jacques Grange, situada en uno de los rincones más acogedores de la luminosa Saint Rémy en Provence, donde Bergé falleció; de su singular datcha normanda, construida en el parque Château Gabriel (Bénerville-sur-Mer), decorada por Grange al estilo del ballet ruso y Léon Bakst; y la más sobria y sencilla de todas: Mabrouka (“fortuna”, en árabe), su villa en Tánger frente al estrecho de Gibraltar, que Bergé y Saint Laurent adquirieron 1990, también decorada por Grange, pero sin apenas concesiones al lujo.

Aspecto de uno de los salones con chimenea de la vivienda en la
Normandía francesa.

La suma de tanto hogar forma, en definitiva, un nuevo conjunto compendiando muebles exquisitos, enseres y antojos singulares, sin duda revelador del refinamiento, de la curiosidad y del afán coleccionista de ambos: desde un medallón de mármol con el perfil de Luis XIV, el primer objeto que adquirieron juntos, a bronces, marfiles, mayólicas venecianas o muebles antiguos; pinturas orientalistas, de autores como Ludwig Deutsch, arte islámico, africano y asiático. O lo que fue quizá el plato fuerte de la subasta: doce pinturas de Bernard Buffet, testigos de su tórrida relación con Bergé durante casi una década, antes de que el pintor conociese a su esposa Annabel, en 1958, y Bergé a Saint Laurent.

La colección fue pública hace dos años, cuando engrosó la retrospectiva que el Museo de Arte de la Ciudad de París presentó sobre el pintor. La recaudación garantizará la supervivencia de las dos fundaciones que conservan su legado común: la Fondation Pierre Bergé-Yves Saint Laurent —antigua sede parisina del atelier del genial modisto, depositaria de más de cinco mil modelos originales de alta costura, quince mil accesorios y más de cincuenta mil bocetos, diseños y patrones—, y la Fondation Jardin Majorelle, en Marrakech.

La última subasta

Pero el telón definitivo de esta diseminación se cerró el pasado diciembre, en Pierre Bergé & Associés, con la subasta completa de libros y manuscritos de la biblioteca personal de Bergé. Si Giono y Cocteau dejaron una huella indeleble en su vida, en 1949 Bergé editó La Patrie Mondiale con cuatro colaboradores irrepetibles: Camus, Breton, Sartre y Aragon…

Será la última de cuatro ventas sucesivas en los últimos tres años: ejemplares únicos de bibliofilia de los siglos XV al XX —lo cierto es que la subasta de 2015 incluyó un ejemplar de la Divina comedia de Dante, impresa en 1487, y una colección de las obras de Shakespeare editada en Londres en 1664— y de sus otras pasiones, la filosofía, la botánica, el diseño de jardines y los libros ilustrados, como Le Propriétaire des choses, publicado en Lyon en 1486. Se dispersará de manera definitiva otra colección única, esta vez en papel, de un genuino mecenas de las artes, arquetipo de la gauche caviar: de izquierdas pero amante del lujo.

Yves Saint Laurent

Comedor y una estancia con vistas al jardín de la residencia de Yves Saint
Laurent.

Tenaz, autoritario e irascible, Bergé llegó muy joven a París con anhelos artísticos. Sin embargo, se transformó en un talentoso y próspero empresario y en un personaje influyente en la escena política y los medios franceses: fue copropietario de Le Monde. Pero, sobre todo, en el artífice del gran negocio YSL. Con él al frente, llegó a ingresar incluso más divisas que Renault. Gucci desembolsó por la firma 690 millones de euros en 1999. La relación de Bergé con el heredero de Christian Dior fue un peligroso y arriesgado coctel de amor, posesión y dependencia, que no cesó tras su separación en 1976. Bergé no dudó, entonces, en articular su mito. Días antes de fallecer Saint Laurent, ambos formalizaron el pacte civil de solidarité, dejando constancia de su vínculo y de su apoyo al matrimonio homosexual.

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