Un tributo al amigo más leal
Subtítulo Hollywood dogs rescata un archivo fabuloso de las estrellas de cine y las mascotas que los humanizan.

La historia de la humanidad tiene más perros fieles que amigos fieles. Por eso quizá las estrellas de Hollywood los prefieren como escoltas y compañeros en la difícil travesía de la fama. Dicen que “amor” es una palabra de cuatro patas y Hollywood, desde sus inicios, amó a los perritos, y supo del poder seductor de su imagen, desde Charlot hasta Pluto. Stan Laurel, actor del famoso dúo El Gordo y el Flaco, pasea un perro mascota en 1928 y Anita Ekberg se vuelve fotógrafa mientras el perro espera pacientemente ser fotografiado en 1955. Glamour en las fotos que tienen la “g” de guau. Los caninos más famosos del mundo posan con sus dueños de la lista A en el libro Hollywood Dogs, de la Fundación John Kobal. Un archivo que es un tesoro lleno de imágenes —muchas inéditas— del mundo del cine en su lado más humano, o mejor dicho, más perruno. Un documento apasionado para cinéfilos y amantes de los animales. Estrellas y mascotas juntos delante y detrás del escenario. 

Por su páginas pasan famosas estrellas caninas, como Terry, el terrier que hizo de Toto en El mago de Oz. También está Rin Tin Tin, con su gran estilo de pastor alemán, y los primeros collies que dieron vida a Lassie. Entre las estrellas humanas que aparecen en el libro están Marilyn Monroe con su inseparable maltés terrier llamada Maf.

Desde el inicio del cine los perros han tomado papeles protagónicos en algunos de los éxitos de taquilla más importantes del siglo pasado pero, a diferencia de sus homólogos humanos, permanecen relativamente anónimos. Sólo algunos traspasan la línea de la fama. Si repasamos algunas de las imágenes de los años 20, 30, 40 y 50, por ahí andaban algunos de estos fieles animales, metidos en bolsillos, subidos en la cama, en la bici o en el auto, 

Rin Tin Tin competía con el mismísimo James Bond, pues protagonizó más de 26 películas; por su parte, Jean Simmons, en el papel de Variniano puede resistirse a abrazar a un perrito en el set de Spartacus. Y otros actores, como Tony Curtis y Ann Sheridan, compartían su pasión por los perros.º

Pal era el verdadero nombre del rough collie que protagonizó siete películas de Lassie, estrenada en 1954. El terrier que interpretó a Toto tuvo tal éxito que le llamaron para 15 películas más.

La televisión descubrió, en los años 60, el poder de los animales, como el delfín Flipper, el canguro Skippy, el caballo Furia, el chimpancé Chita o el oso Ben. Barbara Stanwyck posaba con Lassie mientras Shirley Maclaine se llevaba a su perro a la playa. Clarke Gable presume de compañera canina y Liz Taylor juega no sólo con hombres, también con los perros. Con todos ellos compartió baños divertidos.

Elvis Presley es fotografiado abrazando a un sabueso, mientras medio mundo quería abrazarlo a él y Marilyn Monroe abraza a una glamurosa bichon frise blanca. Ambas aman la buena peluquería. Humphrey Bogart y Lauren Bacall nos muestran que sin perros no hay felicidad. Harvey fue el bóxer regalo de bodas para Humprey y Lauren y, cuenta el libro, sabía latín: “Era realmente listo —recordaba la recientemente fallecida actriz—, no le estaba permitido estropear los muebles, así que ponía sólo dos patas a un tiempo sobre ellos y se sentaba entre los dos si habíamos tenido una pelea”.

Otras estrellas humanas que aparecen en el libro incluyen a Frank Sinatra, quien se muestra junto a su perro Snuffy en una toma publicitaria para su musical de 1957, Pal Joey. Jean Harlow, posa entre dos grandes perros pastor inglés. Un pequeño bóxer acompañaba a Tony Curtis en su época gloriosa y Audrey Herpburn pasea a Mr. Famous, el yorkshire terrier, en bici, mientras Catherine Deneuve abraza a su cachorro como a un hijo.

Esta pasión puede ser obsesión, como en el caso de Barbra Streisand, quien confesó a Variety que había clonado dos veces a su perrita Samantha antes de morir.

A veces las mujeres son más fieles que el propio can: Ava Gardner no cambiaba de raza, y así nos enteramos de que la actriz tenía varios perros idénticos, el corgi galés de Pembroke. Pookles fue un regalo de Orson Welles a su esposa Rita Hayworth, y el cocker spaniel compartió, alguna vez, escenario con la actriz, así como un elegante Braco a Grace Kelly; fue el obsequio de su hermano con motivo de su boda con el príncipe Raniero de Mónaco.

El poder del cine para poner de moda razas caninas es incalculable, pero la industria siempre ha estado del lado de los perros, desde los 101 dálmatas, hasta La dama y el vagabundo. Otra cosa bien distinta es el trato a los gatos, que parecen los malos de la película y tiene muchos papeles de figuras endiabladas, cerca de los brujos y como mascotas de los más malos.

El mundo del cómic también tiene su corazoncito canino. A Idefix, el compañero de Astérix y Obelix, lo vemos pasear por la Galia con felicidad; Rantamplán es el terror de los hermanos Dalton; Milú es un fiel seguidor de Tintín en sus aventuras, y hasta Superman tiene su perro, Krypto. Finalmente, Odie es el alter ego del gato Garfield y Snoopy nos da lecciones de filosofía.

La literatura también ha sacado sus perritos a pasear, Bulls, de Oliver Twist; Fang en Harry Potter; Flush, el cocker de Virginia Wolf; Mr. Bones de Paul Auster.

La clásica heroína Lassie llegó a cobrar más que Elizabeth Taylor cuando ambas estaban recién llegadas a Hollywood; el san bernardo Beethoven robó nuestros corazones y las pandillas como la de Isla de perros de Wes Anderson no nos abandonan. Afortunadamente, es ficción lo que se dice en este filme: “La saturación canina tiene síntomas de epidemia, la isla basura será su exilio”.

Aunque algunas veces pareciera que nuestros queridos perros tienen un trato de preso cautivo, son siempre ellos quienes nos cautivan. Los perros acompañan al hombre desde sus primeros pasos por la Tierra, y el arte lo refleja, pues nos enseñan a ser más humanos, nos dan lecciones de cariño, generosidad y fidelidad cada día. Como última reflexión, sépase que la palabra dog, escrita al revés, dice god, “dios” en inglés.