Enrique Pascal y el éxito del Ribera de Duero
Subtítulo El presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen descifra las claves de su importancia en México.

Ribera de Duero se ha convertido en un lugar mítico para el vino. El presidente del Consejo Regulador, Enrique Pascual, nos da algunas claves de la identidad de estos vinos.

Ribera del Duero es una denominación muy joven, que se constituyó como marca de calidad hace apenas 37 años. Pero la elaboración de vino es ancestral en esta comarca; se remonta a siglos atrás. Esa tradición y esa experiencia ha marcado nuestro carácter y nuestra forma de hacer las cosas. Hay que tener en cuenta, además, que Ribera del Duero es una tierra de contrastes con unas específicas y especiales condiciones climatológicas y geológicas que caracterizan el cultivo de la vid en Denominación de Origen.

Estos contrastes y circunstancias extremas alteran el curso normal de los viñedos y dan origen a una uva de excelente calidad. Por ejemplo, hacen que la variedad Tempranillo pueda conseguir su máximo potencial y ofrecer la máxima expresión de su naturaleza, ideal para la elaboración de vinos nacidos para perdurar. Son vinos con personalidad propia y los más longevos de España.

Enrique está orgulloso del rigor y el control de calidad de los vinos de la zona: “Un vino de Ribera del Duero es siempre garantía de éxito. La contraetiqueta que aparece en la botella garantiza la calidad del vino, que ha pasado todos los estándares de control del Consejo Regulador. Un control riguroso que suma el alto nivel de exigencia que tienen nuestros profesionales. Desde los viticultores, con una magnífica gestión del viñedo, hasta los bodegueros, que no escatiman en medios para conseguir lo mejor.

Pascual recuerda los inicios, hace poco más de tres décadas, hasta convertirse en un territorio venerado en el mundo: “La Denominación de Origen Ribera del Duero se constituyó de manera oficial en 1982, pero la tradición elaboradora de vino forma parte de la identidad de este lugar desde tiempos inmemoriales, de lo que dan fe vestigios arqueológicos anteriores a la época del Imperio Romano. El vino es esencial en este lugar y entre las personas que la pueblan. Como siempre suele suceder, los inicios fueron duros y difíciles, porque en aquellos tiempos poco o nada se conocían nuestros vinos”.

Enrique Pascual tiene poco más de cinco años al frente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen de la Ribera del Duero.

Ahora se enfrenta a nuevos retos: “Nuestro objetivo principal es seguir siendo un referente de calidad para los consumidores de todo el mundo, aumentar la presencia de vinos y bodegas en mercados internacionales y abrir nuevos caminos para llegar a nuevas generaciones”. Las uvas, además del Tempranillo, son parte de la garantía de buen vino en esta tierra milagrosa. “La variedad Tempranillo es la uva autóctona de la Ribera del Duero, perfectamente adaptada a la geología y la climatología de la Denominación de Origen, superando el 98% del viñedo inscrito en el Registro de Viñas del Consejo Regulador. El resto de variedades tintas autorizadas son Cabernet-Sauvignon, Merlot, Malbec, Garnacha Tinta y la Albillo o Blanca del País. Todas complementan”.