Gioia Carozzi

Tiempo de lectura: 10 minutos

13 agosto, 2019

 

Todas las familias felices se parecen y, de alguna manera, compiten entre ellas. Es lo que pasa en la familia Wine & Spirits del coloso francés LVMH, el grupo nacido en 1987 de la fusión entre Louis Vuitton y Moët Hennessy liderado por Bernard Arnault. De esta familia forman parte 21 de las maisons de vinos y bebidas alcohólicas más prestigiosas del mundo. Gentleman ha viajado hasta Francia para visitar las bodegas de las firmas de champaña más prestigiosas del grupo: Ruinart, Veuve Clicquot, Moët & Chandon y Dom Pérignon.

Esculturas en relieve realizadas por Gustave Navlet en las crayères de Veuve Clicquot.

Ruinart, la casa pionera

En el cuartel general de Ruinart, en Reims, nos recibe Isabelle Pierre, la heritage manager depositaria de los secretos y la historia de la maison. Entre sus manos, enfundadas en guantes blancos, el Premier livre, el primer documento oficial de la marca escrito de puño y letra por el fundador, Nicolas Ruinart, con toda la información contable de los primeros diez años de vida de la casa. Corría el año del Señor de 1729 y Nicolas Ruinartdaba comienzo a la historia de la empresa poniéndola bajo la protección de Dios y de la Virgen María. Así nació la plus ancienne maison de champaña, con una primera tienda de vinos en la que este vino era un regalo para clientes de una empresa textil que había heredado. Seis años más tarde, la champaña se había convertido en el verdadero negocio. El primer cliente registrado en el libro, un impresor de París, encargó 60 botellas en 1730.

Cruzando los salones del cuartel general, entre esculturas de Georgia Russel y Maarten Bass, bajamos hasta las bodegas, las famosas crayères, cuevas de yeso de época galo-romana declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2015. Fue Claude, hijo del fundador, quien a finales del siglo XVIII compró los ocho kilómetros que son propiedad de Ruinart. “Estamos orgullosos de haber sido los primeros en entender que este era el ambiente ideal para guardar la champaña: la temperatura se mantiene durante todo el año entre 10 y 12 grados, con un nivel de humedad del 80-90%”.

Veuve Clicquot y la Grande Dame

La siguiente cita es en la Rue du Marc, en Reims, L’Hôtel du Marc. Aunque fue construido por Édouard Werlé, mano derecha de Madame Clicquot y luego propietario de la marca, aquí todo habla de Barbe Nicole Ponsardin, la Grande Dame, a pesar de sus 1.46 m de estatura. Su espíritu flota en los salones y entre las obras de arte de maestros como Hervé van der Straeten, Yayoi Kusama, Humberto y Fernando Campana o Pablo Reinoso.

Las escaleras de acceso a las bodegas de Veuve Clicquot.

En 1815, a pesar del embargo de Napoleón, envío de contrabando 10 mil 550 botellas a Rusia en un barco junto a su mejor vendedor, Louis Bohne. Entre los rusos y la champaña de la Grande Dame fue amor a la primera copa. Y también fue ella quien vinificó el primer rosado, obtenido mediante la incorporación de un 10% de pinot noir. “La única cosa que no hizo la viuda Clicqot es nuestra icónica etiqueta color amarillo Veuve, código Pantone 137c, cuyos derechos tiene la marca. Se creó en 1877, once años antes de la muerte de nuestra Grande Dame”.

Moët & Chandon y las cifras

En casa Moët llevan siglos buscando un documento que feche la fundación de la maison antes de 1729, año en el que nació Ruinart, para poder presumir de ser la casa más antigua del mundo. Lo cierto es que Claude Moët, el fundador, compró la propiedad de Epernay en 1717, pero al no haber documentos, Moët debe conformarse con su fecha oficial de nacimiento: 1743. En cambio, puede enorgullecerse de haber creado la Avenue de Champagne y de poseer el viñedo más extenso con mil 200 hectáreas, 600 de ellas de Grand Cru. Y, sobre todo, de producir el 12% del champaña consumida en el mundo.

Las bodegas de Moët & Chandon.

En casa Moët, todo es sparkling. La historia, las personas y hasta su actual brand ambassador, el tenista Roger Federer, sucesor de otro efervescente embajador: el rey de Francia Luis XV. Fue el hijo del fundador quien asoció el nombre de la maison al arte de vivir francés. A él se debe también la construcción, en 1793, del que hoy es el Moët & Chandon Visitors Center, en el 18 de Avenue de Champagne, en Epernay, justo encima de las bodegas. Hoy la sede, reformada en 2015, hace de centro de visitas. Por sus salones han pasado huéspedes como Napoleón (en 1807 y en 1814), el emperador de Austria, Francesco II (también en 1814), y el duque d’Orleans (1837).

Dom Pérignon, el prestigio

Elitista, rebelde y misterioso como él solo. Esta champaña nació en 1936 como cuvée de prestige de Moët&Chandon, símbolo de la herencia de la abadía de Hautvillers, propiedad de Moët desde 1829. Sin embargo, a partir del Vintage 2000, Dom Pérignon ha adquirido el estatus de maison independiente, aunque siga compartiendo viñedos y bodegas con Moët. La visita de Gentleman empieza en la mística abadía para rendir homenaje a la tumba del monje benedictino Dom Pérignon, fallecido en 1715: se trata del padre del ensamblaje y, de alguna manera, de la champaña en general. “Las nuestras son creaciones concebidas para durar en el tiempo y, por esta razón, hay años en los que no comercializamos ningún vino —dice Vincent Chaperon, enólogo de la maison—.

 

 
 
 
 
 
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The expansion of energy at its peak. Dom Pérignon Vintage 2002 Plénitude 2. #DomPérignon #DomPérignonPlénitude2 Enjoy Responsibly

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Somos especiales porque ofrecemos tres vidas a cada milésimé. El primero se obtiene tras un envejecimiento de diez años: en este caso buscamos la armonía entre chardonnay (expresión de elegancia) y pinot noir (de intensidad). Una vez obtenido este equilibrio, comercializamos el 90-95% del milésimé (o vintage); un 5% lo guardamos en las bodegas entre 12 y 20 años, hasta llegar a un segundo nivel (o plenitude, de donde procede el nombre P2 que se lee en las etiquetas). Por último, guardamos una parte de estas botellas para alcanzar la tercera plenitude (P3 en las etiquetas), que se obtiene tras un envejecimiento de entre 20 y 30 años. El vino tendrá la armonía del primer nivel, la energía del segundo y la perfección del tercero”.

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