Richard Avedon, retratar el alma humana
Subtítulo Uno de los grandes fotógrafos del siglo XX y de los más influyentes, elevó el fotoperiodismo a categoría de arte y la foto de moda a obra maestra. Este año el mundo se dispone a dar a Richard Avedon el reconocimiento que merece, se celebran 100 años de su nacimiento.

Uno de los grandes fotógrafos del siglo XX y de los más influyentes, elevó el fotoperiodismo a categoría de arte y la foto de moda a obra maestra. Este año el mundo se dispone a dar a Richard Avedon el reconocimiento que merece, se celebran cien años de su nacimiento y toda su biografía esta zurcida de fotos inmortales. Posaron para él Marilyn Monroe, Truman Capote, Marlene Dietrich, Bob Dylan, Sofía Loren, Andy Warhol, por mencionar algunos y, además todas las top model de los años 90.

En 1965 Avedon aparece en las páginas de Vogue, después se convirtió en el fotógrafo de moda más influyente del mundo. Antes se había iniciado en 1945 en Harper´s Bazaar al lado, nada menos que Diana Vreeland, otra poderosa en la historia de la moda. Nació en 1923 en Nueva York y estudió fotografía en Columbia, formado en poesía y filosofía, buscaba retratar el alma de las personas. Una familia en Long Island fue su primer trabajo de amateur. Sus primeras fotos profesionales para Harpers´s y en los desfiles de París con modelos saltando impactaron al mundo.

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Sacó a las Top Models de su escenario habitual, rompió las normas. Las actitudes de las modelos cuando posan para Avedon responden a lo que el fotógrafo llamaba sus series de no, “no a la composición artificial, no a la pose estupenda, no a la seducción falsa, no a la luz exquisita”. El resultado una frescura nunca vista. Avedon señalaba que muchos fotógrafos son precisos, pero no reflejan la verdad. Retrataba el glamour, pero también la sociedad en sus entrañas, como su serie American West, una colección descarnada de retratos anónimos de Estados Unidos realizados entre 1979 y 1984. En total 752 personas posan para su cámara de 17 Estados de la Unión Americana, todo un documento gráfico que le valió algunas críticas por lo que algunos definieron como retratos crueles. Trabajadores de campos petrolíferos y mataderos, mineros, camareras, vagabundos, prostitutas, agricultores, pacientes con enfermedades mentales, adolescentes. Sin duda, una mirada a la América profunda.

Su pasión por el retrato fue simultánea a sus fotos de moda como confesaba en El País: “Empecé a hacer retratos al mismo tiempo que trabajaba en moda. Se suele creer que primero me dediqué a la fotografía comercial y luego cambié a un trabajo más creativo o personal, pero fueron cosas que hice simultáneamente. Si se observa mi trabajo en Harper’s Bazaar, en 1956, ya lo hacía así. Y no quiero sonar pretencioso citando los grandes nombres, pero el existencialismo de Camus y sobre todo la dramaturgia de Beckett me han influido” y agregaba: “A menudo siento que la gente viene a mí para ser fotografiada como irían a un médico o a una adivina; para averiguar cómo son”.

Cuando tuvo que hacer el retrato de los Duques de Windsor, ideó decirles antes de disparar sus cámara que había visto cómo atropellaban un perro en la calle, la expresión de sorpresa y horror generó una imagen única de Eduardo VIII y Wallis Simpson. Sus imágenes pasaron de las revistas a los museos. “Si cada fotografía te roba un poco el alma, ¿no es posible que yo esté dejando partes de mi alma cada vez que tomo una fotografía?”