Zegna rindió homenaje al cashmere, a las fibras naturales y a los tintes exquisites, una mirada a las raíces de su moda, con siluetas amplias, tonos beige y naranja y la apuesta de la calidad como ADN. Mirando a las raíces, pero de Estados Unidos, fue el espectáculo de Pharrell William´s con Louis Vuitton.
El diseñador cabalgó su imaginación por el mundo del vaquero y del western, con una mirada distinta a la que vimos en las películas, más cercana a la mirada de Almodóvar en su último film de la artista mexicana Ana Segovia. Un Western revisitado, con una sexualidad nueva y una estética que rompe barreras con un sello elegante.
Jonathan Anderson con Loewe, apostó por colores y una mirada nueva al pantalón en un ejercicio de creatividad asombroso, grandes abrigos y una moda cercana al arte contemporáneo, que no tiene una geografía, su nación es internet, y el mundo globalizado.
Hermès mostró una silueta más clásica, pero con un gusto exquisito, largos abrigos y una estética que la propia diseñadora califica de Dandy chic, colores gris y negro dominan la colección, cueros elegantes, bolsos contundentes y guiños a la sastrería inglesa.