María Estévez

Tiempo de lectura: 10 minutos

12 marzo, 2024

 

El genio obsesionado y atormentado por su creación es la idea mitológica de Prometeo, pero la realidad siempre es más ambiciosa que la ficción. En la última película de Christopher Nolan, el mito es rebasado por la realidad. Oppenheimer es un thriller épico sobre la vertiginosa paradoja del hombre capaz de crear un artefacto asombroso, cuyo fin es destruir, razón por la que finalmente será castigado su inventor. Nolan tiene una forma de dirigir parecida a una liturgia. Por un lado, mantiene un juego entre tiempo y estructura, por otro, las dos caras del protagonista. Es el camino de Julius Robert Oppenheimer, pero también de muchos otros protagonistas en su cine. Este físico teórico estadounidense considerado “el padre de la bomba atómica” por su destacada participación en el Proyecto Manhattan durante la Segunda Guerra Mundial viaja del éxito al abismo. “Oppenheimer es un personaje fascinante. La película retrata la tragedia de un genio atormentado por su creación”, explica Nolan. “

En la película vemos quién es y qué debe hacer”. De nuevo, un tema recurrente en sus películas. Lo que atrae a Nolan es crear un personaje con dos caras. “Bueno, creo que simplemente me atraen los personajes identificables que podemos relacionar con cualquier humano porque tiene defectos y virtudes. Siempre me sentí cómodo en el mundo de las películas de acción, por ejemplo, dirigiendo al personaje de Batman más que a cualquier otro superhéroe porque es humano y reconociblemente humano, además de muy conflictivo. Pero creo que todos los protagonistas que he asumido en mi cine tienen lados diferentes.

Lo que me fascina de Oppenheimer es que es una persona cuyas declaraciones públicas no estaban necesariamente en sincronía con el comportamiento subyacente. Ciertamente, en cuanto a sus sentimientos sobre el uso de la bomba atómica, nunca se disculpó. Nunca puso excusas. Siempre fue dueño de su parte en lo que él llamaría el éxito técnico. Pero todas sus acciones posteriores a 1945 son las de alguien cargado de culpa y con mucha conciencia sobre hacia dónde se dirige su invento y las formas en las que ha cambiado el mundo y lo oscuro que es. Creo que es un protagonista poderoso para tener en el centro de una historia cinematográfica”, apunta el realizador británico.

Christopher Nolan acaba de cumplir 53 años y no quiere perder su anonimato, si aún no lo ha hecho es porque, a pesar de ser celebrado, no ha ganado ningún Premio de la Academia en ninguna categoría, pero probablemente este año se los lleve todos. “Eso es lo más difícil para mí, que la gente me reconozca por la calle. Reservo ese papel para los actores. Como director, necesito trabajar sin preocuparme de nada más que de la historia, dejando investigar a las personas que interpretan los personajes y que llegarán a ser más expertos que yo en ellos. Para mí ha sido un verdadero privilegio ser parte de este grupo de colaboradores en Oppenheimer. Lo disfruté muchísimo, de verdad”. Reacio a la tecnología, Nolan es la antítesis del protagonista de su película y considera los dispositivos tecnológicos como una fuente de distracción. “Cuando escribo no quiero que nada me distraiga. No necesito un teléfono ni un ordenador conectado a la red. Mis hijos dicen que soy un poco reacio a las nuevas tecnologías”.

Escrita y dirigida por Nolan, la película Oppenheimer está basada en el libro ganador del Premio Pulitzer American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer de Kai Bird y Martin J. Sherwin. El científico se arrepintió de su creación que cobró la vida de miles de inocentes, por lo que mantuvo una posición muy crítica después de la guerra. Como jefe de la naciente Comisión de Energía Atómica, abogó por un control estricto del armamento nuclear para detener la escalada armamentista durante la Guerra Fría, posición que lo convirtió en sospechoso de simpatías comunistas.

Nolan. Al describir el proceso de escritura del guion, el cineasta continuó: “Lo escribí en primera persona, algo que nunca había hecho antes. No sé si alguien lo ha hecho antes, pero el punto es que, con las secuencias de color, que son la mayor parte de la película, cuentas una línea narrativa. Sabía que teníamos dos líneas de tiempo que estábamos ejecutando en la película. Una es en color, la experiencia subjetiva de Oppenheimer, y la otra es una línea de tiempo en blanco y negro. Es una visión más objetiva de su historia desde el punto de vista de un personaje diferente”. Cillian Murphy que ha trabajado con el cineasta británico en dos ocasiones anteriores, fue el elegido para protagonizar este ambicioso proyecto.

“No había ningún otro actor para interpretar a este personaje, él es el mejor intérprete para guiarnos durante tres horas desde el punto de vista de Oppenheimer. Le he exigido tanto como actor y él se exige tanto a sí mismo que pa- rece imposible encontrar a alguien como él. Su capacidad para interpretar al personaje me sorprendió cada día en el set, pero también en la sala de montaje. Creo que Cillian es el mejor actor del momento, no sólo por su talento sino también por su capacidad de entregarse a la producción y al director. Es un hombre que deja su ego en la puerta, que se permite ser actor y una persona normal cuando no está trabajando. Cillian siempre es él mismo, dentro y fuera del plató”, asegura Nolan.

Fiel a sí mismo, Nolan filmó Oppenheimer con algunas de las cámaras de mayor resolución que existen en el mercado y lo hizo en sólo 57 días. “En comparación con algunas de las otras películas que he hecho, no fue tan complicada. Con Inception, por ejemplo, estaba mucho más preocupado por cómo diablos iba a realizarla. Creo que el gran desafío de esta película fue rodar con el tiempo justo para estrenarla en verano. Queríamos encontrar la audiencia más grande posible. No hubiéramos podido rodar tan rápido como lo hicimos si no hubiera tenido un equipo dispuesto a es- forzarse como lo hicieron”, apunta Nolan. El cineasta quería transmitir el genio de Oppenheimer a los espectadores y hacer que la historia fuera lo más personal posible para invitarlos a ver su película en lIMAX. “Hicimos todo lo posible por rodar la película y proyectarla en pantallas de gran formato”, concluye.

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