Acapulco es un destino poderoso, con una bahía admirada de manera universal. Crear ahí un hotel que conviva con la selva, la bahía, el cielo y el mar de manera prodigiosa, requiere una obra maestra. Así lo hizo el arquitecto Miguel Ángel Aragonés cuando creó Encanto. Pocas veces arquitectura y naturaleza viven esa armonía, todo es un escenario de bienestar, con unas vistas al atardecer inolvidables. En sus estancias amplias y luminosas, el descanso se multiplica.Ya sea en suite o en villas. La mañana se disfruta en la terraza, mientras los atardeceres los podemos ver desde la bahía del pacífico, es un momento privilegiado para disfrutar de un cóctel en el Sunset Bar o de una deliciosa cena, llena de sabores en el restaurante Origen.
La alberca infinita, las vistas, los pasillos, los rincones, cada paso en el hotel es una experiencia para los sentidos, una imagen para enmarcar y es que la Luz para el arquitecto Aragonés es algo muy especial, “es el principal huésped de cualquier espacio, es quien descifra el lugar y le da humor o carácter. En el legado de la arquitectura mexicana tanto vernácula como la del propio Ricardo Legorreta o Luis Barragán, era una tradición de nuestra arquitectura expresarse con el color, yo quise recuperar esa tradición, pero a base de luz”. Y explica, “de una forma muy sutil durante el día dibujando, iluminando con la luz natural del sol, y de noche de forma mucho más contundente o dramática, para mí día y noche son dos momentos complementarios, un ciclo natural de la vida y del propio planeta, el color como accidente de la luz es un tema fascinante”.
Aragonés habla con pasión de arquitectura y esa emoción se transmite en sus estancias. Además, por si no fuera suficiente el ambiente, para el descanso, lo encontramos en el spa, al que han llamado sencillamente Mar Abierto, que nos invita a disfrutar de los sentidos, con tratamientos de cuerpo y faciales, sin duda un masaje reparador, cuidados de la piel y restauración, terapias de relajación o exfoliación corporal. Una invitación a una regeneración profunda. Acapulco quedó herido como dice Aragonés, pero espacios como el hotel Encanto nos invitan a reconciliarnos con la vida, ,agradecer, y en esta obra maestra, disfrutar de la belleza, del aire, la luz y el mar.