Según el propio autor, su vida como escritor comenzó a los ocho años, cuando no pudo conseguir un autógrafo de su héroe del béisbol, Willie Mays, porque ni él ni sus padres habían llevado un lápiz al juego, desde ahí llevó lápiz a todas partes. “Si tienes un lápiz en el bolsillo, es muy probable que algún día te sientas tentado a empezar a usarlo”, escribió en un ensayo de 1995.
Su infancia transcurría aparentemente tranquila, pero durante unas vacaciones, mientras caminaba durante un campamento de verano cuando tenía 14 años, Auster fue testigo de cómo un niño a centímetros de él era alcanzado por un rayo y moría instantáneamente, un evento que según él, “cambió absolutamente” su vida y en el que pensaba “todos los días”. El azar, “comprensiblemente, se convirtió en un tema recurrente en su ficción. “A todo el mundo le puede pasar cualquier cosa en cualquier momento”. Sentenció en una ocasión.
Su primer éxito fueron unas memorias: La invención de la soledad, donde narra la relación complicada con su padre. Otra novela, La ciudad de cristal, que inicia Trilogía de Nueva York, fue rechazada por diecisiete editoriales. Después llegaron grandes obras como 4321, El palacio de la luna, Leviatan, Mr. Vértigo, Tombuctú, El libro de las ilusiones, La Música del azar. Antes de morir a los 77 años de cáncer de pulmón, publicó Baumgartner, un repaso a cinco décadas, para algunos es su legado literario. También hizo incursiones en el cine, escribió el guion de la película Smoke. Pronto su éxito le convirtió en un escritor emblemático de Brooklyn, pero su obra trascendió en todo el mundo, más conocido en Europa que en Estados Unidos, ganó el premio Príncipe de Asturias y La orden de las letras de Francia. Fue sin duda uno de los grandes autores del siglo. Era un escritor a la antigua usanza, con estilográfica y después pasaba los textos a la máquina de escribir, incluso le dedicó una obra a su herramienta de trabajo, La historia de mi máquina de escribir.
Vivió dos grandes tragedias, la muerte de su nieta de diez meses por sobredosis, el hijo de Auster, Daniel, fue detenido por homicidio involuntario, murió por una sobredosis de drogas. En una entrevista con Gerardo Lissardy de BBC.com, Auster habló sobre la muerte: “La posibilidad de morir está muy presente. Pienso en eso todo el tiempo. Entiendo que podría morir justo después de colgar el teléfono contigo, y no hay nada que pueda hacer al respecto […] Creo que estoy preparado”. Su obra sirve de escuela para otros autores, maestro de escritores, así hablaba del oficio literario: “sólo una persona que realmente se sintiera obligada a hacerlo se encerraría en una habitación todos los días… Cuando pienso en las alternativas (lo hermosa que puede ser la vida, lo interesante) creo que es una forma loca de vivir la vida. La emoción, la lucha, es alentadora y vivificante. Simplemente me siento más vivo escribiendo”.
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