Escribe Inés de la Fressange, quien fuera icónica modelo y hoy paradigma de la elegancia parisina, en el preámbulo del libro Paris: Fashion Flair, que el ilustrador Marc-Antoine Coulon “se ahorra lo inútil”. Será por aquello de que, como decía Mademoiselle Chanel, menos es más.
De la Fressange, que llegó a ser musa de Lagerfeld en la maison que fundara la mencionada señorita de la moda, apunta además unas líneas más abajo que “la elegancia atraviesa las épocas y puede ser contemporánea”. ¿Y el trabajo de Coulon? “Sus croquis, que parecen dibujados con rapidez, son totalmente realistas”. Ademas de elegantes y contemporáneos, subrayamos nosotros.
Una ciudad que da nombre a la obra, editada en dos versiones: en francés, de la mano de Flammarion, e inglés, en colaboración con Rizzoli, que sirve como pretexto para recorrer sus rincones más reconocibles, como la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, la pirámide de la plaza de la Concordia, sus tejados y puentes, a otros que lo son menos, como una puerta, una ventana o algunas de sus esculturas urbanas.
En ese camino nos vamos encontrando con mujeres y hombres, la mayoría conocidos y que responden a nombres como Colette, Juliette Gréco, Barbara, Serge y Charlotte Gainsbourg, Catherine Deneuve, Vanessa Paradis, Alain Delon, Isabelle Adjani o Yves Saint Laurent, entre otros.
“He querido mezclar lugares y personas, entre las que también hay desconocidas”, explica en exclusiva a Gentleman México Marc-Antoine Coulon, quien ha tenido “el privilegio de pasear a lo largo de dos años por París, con el pretexto de preparar este libro”, el primero que recoge su arte de la ilustración.
Amante de los trazos libres, nos regala colores vivos, la mayoría, de la capital de la alta costura. La moda tiene, como era de suponer, un lugar esencial en el libro; una moda de color porque “siempre me fascinó ver la etapa de maquillaje de una modelo, que reinventa el rostro, exclusivamente femenina, y que los hombres no conocemos”, cuenta quien ha colaborado con su trabajo para casas como Dior o Givenchy. De hecho, la portada es una oda al rojo, con un rostro de mujer que derrocha glamour y sofisticación.
Admirador de la obra del célebre René Gruau, desde su adolescencia, el primer recuerdo que tiene del mundo del dibujo se remonta a sus tres años. “Estaba en casa, en la cocina, decidiéndome entre el azul claro y el marino”, nos relata este miembro de una familia con el arte en las venas, donde prácticamente todos han tenido gran destreza para el dibujo o la pintura.
Su oficio, que conforma la parte central de su vida —“lo necesito como el oxígeno para respirar”— y en el que es toda una referencia, revive una etapa interesante y “tiene muchos años por delante”, confiesa de lo más positivo, porque “son los que aportan personalidad a una publicación, calidez y sensualidad”, asegura. Se retoma, por tanto, un arte que en algún momento se abandonó, debido a la fuerza e inmediatez de las cámaras fotográficas que ahora son digitales.
En estos momentos, Coulon prepara las exposiciones que verán la luz próximamente en Japón y Los Ángeles, tras la que tuvo lugar en la galería Pierre Passebon de París, con motivo del lanzamiento de la versión francesa de su libro. Coulon se encuentra dichoso y convencido de que “si el destino nos tiene algo reservado, ese algo llegará tarde o temprano”