Motos a medida: el sueño de los bikers pasa por la personalización
Subtítulo Se podría casi decir que poseer, de alguna forma, significa personalizar. La tendencia no es nueva, pero hoy es un gran negocio.

Para un biker, personalizar su motocicleta no es algo prescindible. Es una necesidad, una manera de afirmar la identificación que, desde siempre, relaciona a los entusiastas más individualistas de la carretera a sus motocicletas. Se podría casi decir que poseer, de alguna forma, significa personalizar. La tendencia no es nueva, pero hoy se ha vuelto un nicho de mercado del sector motociclista que involucra a fabricantes, productores de accesorios, diseñadores independientes y mecánicos.

Si para algunos, al momento de la compra, personalizar significa simplemente tener acceso al rico catálogo de accesorios alternativos proporcionados por el fabricante, para los apasionados más ambiciosos el sueño es crear una motocicleta única: un modelo que no existía antes y no existirá después, que a menudo cobra vida de una motocicleta usada rediseñada según la propia creatividad.

En estos últimos años, la tendencia en cuanto a estilo motociclista, sobre todo en la ciudad, es encontrar una motocicleta histórica, desnudarla y reconstruir alrededor de ella un bobber o un café racer. Se logra entender, entonces, por qué hasta hace unos años ejemplares bien conservados de BMW R75, R80 o R100, o de la serie K de los años ochenta, se podían adquirir por pocos centenares de euros, incluso en línea, mientras que hoy se necesita agregar por lo menos un cero al monto final y contactar canales especializados.

Las motos de Múnich, en efecto, son entre las más buscadas para realizar operaciones de personalización en estilo Miguel Ángel, es decir, procediendo por sustracción, eliminando de los modelos originales la cadena, la instrumentación, las salpicaderas, para valorizar los elementos clave, como el chasis, motor boxer, tanque y, a veces, los rines.

Un trabajo para especialistas que trajo a la prominencia internacional a carroceros, diseñadores y mecánicos capaces de transformar sus propios talleres en ateliers de estilo. En Italia hay algunos excelentes: desde Officine Sbrannetti de La Spezia, Unit Garage de Rimini, hasta Luis Moto de Lucca, pasando por los varios talleres de Milán, como South Garage, Mermaid, Offici- ne Metalliche y Moto Maggioni, por mencionar algunos.

Por paradójico que pueda parecer, la operación es cada vez más común también en modelos nuevos, recién salidos del distribuidor, especialmente si se trata de motocicletas casi concebidas por las casas para esto. Es el caso, por ejemplo, de todas las Harley-Davidson, de la Ducati Scrambler, de la Triumph Bonneville y de la BMW R Nine T.
Esta última, lanzada en 2014 para celebrar el centenario de BMW Motorrad, ya ha sido declinada por la casa de Múnich en versión base, Pure, Racer, Urban G/S y Scrambler, agregando un catálogo de accesorios Spezial que multiplica las posibilidades de personalización posteriores a la fabricación. A pesar de esto, con mucha rapidez se convirtió en uno de los modelos con el cual los preparadores de todo el mundo han practicado más, con resultados impresionantes.