Las Islas Revillagigedo son 169 kilómetros cuadrados de paraíso, a 800 kilómetros al oeste de Manzanillo, en el estado de Colima. Un edén en su superficie como en sus fondos marinos, donde se encuentra flora maravillosa, peces difíciles de encontrar en otras latitudes y hasta tiburones. Son cuatro islas, San Benedicto, Socorro —la más grande, con una montaña de más de mil metros—, Roca Partida y Clarión.

Dicen los que lo han buceado que es un auténtico sistema montañoso submarino, con grandes profundidades oceánicas. Un laboratorio natural donde observar la evolución de las especies, la biodiversidad y la biogeografía de una zona volcánica en plena ruta de huracanes y masas de aire polar. Es un campo magnífico para el estudio de procesos geológicos, oceanográficos y ecológicos que se presentan en esta reserva natural. Mientras en fondos marinos cercanos a Baja California existen unas 150 especies de peces, aquí habitan 250, una riqueza única donde se encuentran aves y algunos reptiles curiosos, como la lagartija azul. Para los amantes del buceo es un destino único, sobre todo para quienes se atreven a nadar entre tiburones. En estas aguas están el martillo, punta blanca, tiburón ballena, tigre, galápagos y punta plateada, entre otros.

La aventura comienza en Cabo San Lucas o en La Paz, de donde parten los barcos de buceo. La travesía es larga, de unas 20 o 24 horas, pero después, en sus entrañas marinas, te esperan sorpresas a donde voltees: pez ángel por un lado, mantas gigantes por el otro, y hasta cuatro especies de tortugas en peligro de extinción. El buzo se puede encontrar con pulpos, interactuar con meros, jureles, langostas azules, peces mariposas o morenas. Una maravilla que muestra cómo México es un lugar privilegiado para disfrutar la naturaleza en estado puro.

Con el nombramiento de Parque Natural, se prohíbe la pesca para proteger la biodiversidad y se apuesta por el futuro de este territorio como gran reserva natural del pacífico equiparable a las islas Galápagos. En julio de 2016 la Unesco había incluido este territorio como patrimonio de la humanidad, aunque su historia se remonta a 1540, cuando el primer virrey de México, Antonio López de Mendoza, encargó al marino Ruy López de Villalobos explorar nuevas rutas hacía Oceanía. En el camino encontró una de estas islas, a la que llamó La Anublada. Dicen que también fue tierra de piratas, y aseguran que en 1579 ahí estuvo el mismísimo Drake. En 1608 otro marino, Martín Yáñez de Armida, quien buscaba oro, ese metal que abre muchos caminos, decidió cambiar el nombre de la isla por el de su esposa Socorro. Más tarde, José Camacho encontró las islas de Roca Partida y Clarión, en 1779. Pero la isla seguía atrayendo a los marineros ingleses, y en 1793 el británico James Colnett estaba ahí recopilando material y levantando cartas y mapas, cuando fue apresado por un barco español y recluido en San Blas, Nayarit. Entonces, el virrey Juan Vicente Güemes, conde de Revillagigedo, se apiadó de él y lo libero, y el inglés nombró a las islas Revillagigedo en honor a su liberador.

Para rendir homenaje a estas islas, contamos con algunas imágenes del gran fotógrafo marino Ricardo Álvarez Solórzano, un amante del mar y sus fondos que siempre quiso compartir con sus amigos, científicos y exploradores. Fundador de la revista Aventura, encontró la muerte en el fondo del mar que tanto amaba. Recorrió los mares de Europa, Asia y América, pero los fondos de Revillagigedo, rodeado de tiburones y de una fauna jamás vista por su cámara, le causaron un gran impacto. Por eso nuestro homenaje a este gran fotógrafo, que embarcó en La Paz para descubrir e inmortalizar un fondo marino que, gracias a su labor y a la de otros muchos, hoy es un parque natural patrimonio de la humanidad, pues han sabido destacar científicos, naturistas, fotógrafos y geógrafos, todos los tesoros que entraña.

Nos acompañan al final de nuestro paseo histórico y marítimo ballenas jorobadas, fondo de lava y bancos de decenas de tiburones martillo, quienes constituyen un espectáculo único con más de 4 mil metros de profundidad que rodean unas islas que fueron tierra de náufragos y piratas, buscadores de oro, ignorantes de que el tesoro eran las propias islas, el archipiélago de Revillagigedo.

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