Fabio Petrone

Tiempo de lectura: 20 minutos

5 octubre, 2019

 

Existe una sola buena excusa para romper una botella de champaña: hacerlo en la proa de un barco el día de su botadura. Este gesto en realidad se trata de un ritual marítimo romano para atraer la buena suerte que ha evolucionado hasta nuestros días. En la antigüedad, las travesías de los marineros dependían totalmente de esta tradición ya que si las ánforas de vino no se rompían, significaba mal augurio. Inundar la proa antes de la botadura con una mágnum de burbujas es la suplantación moderna de aquel antiguo culto pagano de sacrificar un animal para suscitar la benevolencia de los dioses.

Benetti Yacht del Grupo Azimut-Benetti, que desde hace 19 años es el mayor productor de barcos del mundo —algunos de más de 24 metros de largo—, ha botado en 100 días tres gigayates en Livorno: el FB277 de 107 metros; el FB272 de 100 metros, el yate híbrido motorizado más grande con sistema de diésel eléctrico, y el FB275 de 108 metros. Esto representó una operación colosal para los estándares de la industria: cada unidad cuesta en promedio 300 millones de euros, sumando un total de 900 millones, es decir 3/4 del volumen total de ventas anuales que genera el mercado náutico.

Por otra parte, Palumbo Superyacht recientemente botó su barco más grande, el Columbus, una unidad de 80 metros que ha alcanzado un pequeño pero significativo récord: ser construido en sólo 27 meses en el astillero Isa Yachts de Ancona, que apenas unos meses había comenzado a formar parte del Grupo Palumbo. Sus poderosos motores MTU 4.000 M63L y su carena de desplazamiento garantizan una velocidad máxima de 16,5 nudos, con una velocidad de crucero de 12 nudos y autonomía de 6 mil millas náuticas. Las líneas externas son de Hydrotec y los interiores están firmados por Francesco Guida.

Como suele suceder a menudo, por cuestiones de privacidad ha sido imposible ver el interior del barco; sin embargo, se sabe que en el sundeck hay una alberca de 8 metros, con un equipo de natación a contracorriente y que el puente debajo de ésta cuenta con un área wellness-spa completamente equipada, además de que el puente inferior cuenta con beach area de 200 metros cuadrados.

Hubo otras dos botaduras importantes en Ancona, en el astillero Cnr del Grupo Ferretti. Sus instalaciones se encuentran también la Pershing y la Riva Superyachts Division, que producen las unidades de metal de las más prestigiosas marcas. Primero fue el nuevo megayate Crn M/Y 135, completamente personalizado, de acero y aluminio. Después, Chopi Chopi, un buque de 80 metros diseñado en colaboración con el despacho de arquitectura Zuccon International Project, encargado de las líneas exteriores, y con Laura Sessa, que ha firmó los interiores. El yate cuenta con cinco puentes, cinco camarotes VIP, además de la suite del armador, y puede embarcar 39 miembros de tripulación.

Todo ello enfatiza el estilo ecléctico del astillero de Ancona, en donde, entre otras cosas, se realizan también los superyates de material compuesto de la línea Custom Line, otra marca del Grupo Ferretti. Está también el Riva 50 metros, elegante buque insignia de la gama que probablemente daría grande satisfacción a Carlo Riva, llorado genio de la náutica que tuvo el mérito de convertir la marca en un ícono para los apasionados del sector. El Riva 50 metros Race —nombre que su armador, Piero Ferrari, le dio al momento del bautizo— es un barco con un casco de acero y sobrestructuras de aluminio. Mientras que el 500EXP, estrenado en la empresa San lorenzo de La Spezia, es un yate de 47 metros, cuarto ejemplar de la casa madre y segundo modelo de la gama Explorer que el astillero llevó a su debut en 2015 con el 460EXP y del cual ya se han botado en el agua otros diez ejemplares.

Estos números sólo nos dan una idea parcial del éxito de Sanlorenzo en el sector de la construcción de yates de lujo y, en lo específico, de esta línea de producto tan peculiar. Barcos con cascos de acero y sobrestructuras de aluminio como el 64 Steel parecen haber nacido para la aventura, para surcar los océanos y alejarse lo más lejos posible de los embarcaderos, como subraya la personalidad de su concepto, que se inspira en lo más técnico de los barcos oceanográficos y comerciales. San lorenzo es el barco para el armador que quiere vivir por completo e intensamente su pasión por el mar, teniendo a su disposición interiores de lujo y mucho espacio para llevar consigo todo tipo de vehículo alternativo: un helicóptero, un submarino, una moto de agua y hasta un barco de vela, cualquier vehículo que quepa en el garaje, que cuenta con un tender de hasta 6.5 metros de largo.

Es justo ese mismo concepto de explorador el que ha elegido el empresario Andrea Merloni para su nuevo superyate Audace, diseño de Floating Life, un largo de 42,8 metros, construido a la medida por Cantiere delle Marche, líder mundial en la construcción de barcos de acero entre 100 y 140 pies de largo. De los diez superyates de este tipo estrenados en tiempos recientes, seis son del brand de la región de las Marcas. Para ser más exactos, el diseño del yate y la arquitectura náutica son de Andrea Pezzini (Floating Life) y Mauro Sculli; la arquitectura náutica, de Studio Sculli; el diseño de interiores, de la arquitecta Alessandra Negrato; la ingeniería, de Studio Hydrotec: un motor yate súper personalizado que Gentleman ha tenido la oportunidad de visitar; ideal no sólo para vacacionar, sino más para desaparecer una buena parte del año. Por lo mismo, el armador ha querido para sí un puente entero, el más alto, que en aproximadamente 100 metros cuadrados incluye una suite panorámica con baño, una pequeña cocina, un estudio en el salón y, en la popa en el puente externo, un jacuzzi con solárium.

La botadura más reciente ha sido la del Tankoa S502 Elettra, yate de 165 pies con un diseño similar al del barco hermano Vertige, del cual difiere desde un punto de vista técnico por contar con una solución híbrida para su motorización. Realizado para un armador europeo, cuenta con una zona de noche para huéspedes en el puente inferior, cuatro camarotes, además de un gimnasio y un beach club; mientras que la suite del armador se encuentra en el puente principal, donde ha sido colocada también la cocina. Entre las peculiaridades del barco está el área de la proa, que alberga un helipuerto que permite un aterrizaje en modalidad tocada o fuga. Otro yate con motorización híbrida ha sido protagonista de las botaduras de los últimos meses, esta vez en casa Perini Navi.

Se trata del Eco-tender, el primer yate motorizado de planeo de la flota del astillero, que se vendió a un armador de un velero de 52 metros como barco de servicio que no se hospeda en el garaje de la casa madre, sino que la sigue por todos lados. En el astillero lo definen un minisuperyate, porque ofrece las mismas líneas elegantes, la calidad y el confort de la unidad principal, una suerte de extensión del velero. Un barco con un diseño sin tiempo que representa el estado del arte de las construcciones náuticas en cuanto a tecnología y también en lo que concierne a los acabados y la electrónica a bordo. La zona de noche se encuentra en el puente inferior, con una suite VIP a lo largo de todo el barco. En la proa, se encuentra una espaciosa dinette que el armador solicitó especialmente para poder dedicarse a su pasatiempo favorito: la fotografía de naturaleza.

Finalmente, tenemos el Codecasa 43 FB, Serie Vintage, el nuevo yate de Pier Silvio Berlusconi. Dragoluna —este es su apodo— fue fabricado con 43 metros de acero y aluminio, y dedica a su armador una suite que ocupa todo lo largo del casco, colocada en la proa del deck principal, mientras el camarote del comandante se encuentra en el puente superior, a contacto directo con el puente de mando. Equipada con dos motores Caterpillar 3512C de 1.650 hp de 1,800 giros por minuto, alcanza una velocidad máxima de 16.5 nudos en condiciones de desplazamiento ligero y una autonomía de 4 mil millas náuticas a la velocidad crucero de 11 nudos.

Algo interesante acerca de su botadura es que parece que la botella de champaña lanzada por la madrina no se rompió sino hasta el intento número seis. Para los marineros supersticiosos no es una buena señal, sobre todo si se considera que Dragoluna ha sido adquirida por Berlusconi Jr., después de que el pasado octubre en el puerto de Rapallo su yate Suegno se hundiera después de una tempestad.

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5 octubre, 2019

 

Si sólo hubiera dos sillas para sentar a los mejores fotógrafos del s. XX, sin duda una de ellas sería  para Irving Penn. El gran genio de la imagen que revolucionó la fotografía, lo mismo retrataba una colilla que un cuadro, unos labios rotos de color que a los grandes intelectuales de la época como Truman  Capote, Marcel  Duchamp  o Picasso. Con la misma fuerza y el mismo talento trataba la mirada de un sabio que un objeto sin vida. Sus imágenes cambiaron la historia de Vogue y otras revistas de moda. Siempre rozó el límite de la fotografía con ironía y exceso, ya fueran modelos de muchos kilos o labios con herramientas.

Se celebran los cien años del nacimiento del artista con una exposición antológica en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York que reivindica su figura bajo el título de Centennial. Decía Ivan Shaw, director de fotografía para Vogue, que Penn todo lo hacía bien: el retrato, la moda, los objetos. Pocos fotógrafos son capaces de moverse con tanta facilidad en las alturas. Su blanco y negro no te dejaba indiferente, pero sus imágenes de lifestyle estaban llenas de vida. Sus trabajos publicitarios para firmas como L’Oréal y su tratamiento de la imagen  rompió para siempre la barrera entre lo comercial y la artesanía. Como él decía, retratar un pastel también puede ser arte.

Hijo de emigrantes rusos, la pintura siempre fue su sueño, pero con sus instantáneas creó obras tan inmortales como las que aparecen en los lienzos. Por eso, ahora el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York le rinde un merecido tributo y celebra el centenario del nacimiento del artista. Sus trabajos meticulosos hacían pensar a los críticos que se pasó media vida detrás de la cámara y la otra mitad en el laboratorio o pensando en composiciones.

Cualquier fotógrafo de estudio hoy tiene en Irving Penn la mayor referencia, pues hasta la colilla de un cigarro tras un disparo se convertía en una obra única. Sus primeras imágenes en revistas de moda fueron retratos impecables de alta costura, con una elegancia sorprendente y una luz que cambió la mirada de las publicaciones de estilo. Su capacidad para pasar de los ojos de un pintor a una naturaleza muerta es admirable. La exposición Irving Penn: Centennial repasa como nunca antes todas las disciplinas que dominó el artista, con 70 años de carrera en imágenes de gran impacto en soportes y técnicas como la fotografía, el grabado o la pintura.

La muestra recorre sus diferentes caminos: carteles para la calle, incluyendo ejemplos de trabajos tempranos en Nueva York, el sur de Estados Unidos y México; moda y estilo para varios títulos internaciaonales y con muchas fotografías clásicas de Lisa Fonssagrives-Penn, la ex bailarina que se convirtió en la primera supermodelo, así como en esposa del artista; retratos de indígenas en Cuzco, Perú; pequeños cuadros de trabajadores urbanos; rostros de personajes de la cultura muy queridos, que van desde Truman Capote, Joe Louis, Picasso y Colette a Alvin Ailey, Ingmar Bergman y Joan Didion; retratos de los ciudadanos de Dahomey (Benin), Nueva Guinea y Marruecos vestidos de manera fabulosa; los últimos muertos de Morandi; desnudos voluptuosos; y gloriosos estudios de color sobre las flores.

La belleza en su concepción original. Además, se aprecia cómo el artista va transmitiendo las tendencias culturales de la época, y también su capacidad para hacer retratos comerciales. Su cuerpo de trabajo también muestra el auge de la fotografía en los años 70 y 80, época en que las revistas de moda tienen su esplendor. Pero el mundo sofisticado en el que vive Irving contrasta con sus fondos sencillos. Un rincón, una esquina le servían como gran escenario. De hecho, su lienzo preferido estaba hecho de una vieja cortina de teatro encontrada en París, que había sido pintada suavemente con unas nubes grises y difusas. Este telón de fondo siguió a Penn de estudio en estudio.

Otros puntos destacados de esta magna exposición incluyen imágenes recién desenterradas del fotógrafo desde su tienda de campaña en Marruecos, algo inédito que descubre al artista lejos del glamur, como por ejemplo lo que realizó en México o en Cuzco, con retratos sobrecogedores.

Así, las formas, los rostros, las sombras, las miradas y la rebeldía hacen inmortal la obra de Irving Penn. Impactos provocativos, como desnudos voluptuosos o detalles sutiles, cuando en su foto de moda retrata a la modelo descalza, cansada ya de tanta sesión fotográfica. Elegancia y rotundidad, provocación y belleza, dos registros que sólo un genio como él puede llevar a la máxima expresión.

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