Arte + Mirada = Mensaje
Subtítulo La obra de Raúl Cordero invita a la reflexión sobre los nuevos tiempos de la expresión artística en la era de la globalización entre Nueva York, México y La Habana.

“Soy cubano: Subraya con orgullo. Con 24 años se fue a estudiar a Holanda con una beca en Ámsterdam, cerca de Rembrandt y de la tierra que vio nacer a Van Gogh. “Eso cambió mi arte y me sacó un poco de la historia cubana, que es un arte referido al drama social y que mira hacia atrás constantemente, hay mucha autoreferencia”.

Después viajó a Suecia y a Nueva York, donde vio caer en directo las torres gemelas; vivió en Brooklyn hasta que no lo dejaron volver a Estados Unidos. “Un día fui a la Habana a hacer una instalación y no me dejaron volver”. Poco después llegó a México. Desde hace diez años tiene una galería suiza, Mai 36, de Zúrich, que lo representa junto a artistas de la talla de Robert Mapplethorpe, John Baldessari y Flavio Garciandía.

Ahora los prestigiosos museos de bellas artes de La Habana exponen su obra. A Raúl no le gusta clasificarse, en escuelas o generaciones: “Soy un bicho raro en Cuba, mi trabajo no encaja muy bien porque mi estética no tiene que ver con el arte cubano que hace referencia al lugar de donde viene y sus problemas. Mi arte es más que de dónde vengo o hacia dónde voy, es una mirada diferente”.

Sus imágenes difuminadas son pinturas difíciles de ver con textos difíciles de leer, esto tiene que ver con una conciencia de la sociedad y de cómo vivimos. “El ser humano es el centro de mi arte. Ahora estamos tan distraídos que vemos una cosa y pensamos en otra. Es mi visión de ese mundo de miradas distraídas, de falta de atención. El exceso de información es falta de información”, concluye. Y añade: “Vivimos con tantas posibilidades que no sabemos cómo usarlas y no ponemos atención a casi nada”.

Cordero vive de cerca los cambios tecnológicos: “Mi trabajo es como la vida después de internet, todo cambió y ahora tenemos un problema de atención”, nos comenta desde su casa en la CDMX. Sobre la manera en que se aprecia y consume el arte nos dice: “Es la nueva moneda. Captar la atención significa dinero. El arte de hoy se exhibe de otra manera, en ferias, festivales, pero el arte es otra cosa. Me gusta explorar esa naturaleza, la toma de conciencia sobre esa falta de concentración y al final, creo, una estética en torno a eso.”

El ámbito de su obra, cambia de escenarios: “Pinto de tres formas distintas, en espacios abiertos, interiores, algo más cercano, y la tercera es una mirada casi microscópica, de átomos, partículas, moléculas. Con base en el interés, las cosas microscópicas pueden generar cosas macroscópicas y de trascendencia mundial”, sentencia. Su casa sorprende por la instalación musical porque la necesita para pintar. La música lo acompaña mientras crea, además ha trabajado de DJ y su mesa está puesta en el salón para empezar en cualquier momento la mezcla.

Siempre hay música en su casa y en su estudio. Entre los coleccionistas que tienen su obra figura Jorge Pérez, uno de los coleccionistas más importantes de Latinoamérica y que recientemente abrió su nueva galería en Miami: “Es mi amigo y acaba de presentar Espacio 23, donde tiene una obra mía, con el cartel luminoso, YOLO [You Only Live Once, sólo se vive una vez]”. En el Palacio de Medicina de la Ciudad de México colocó un letrero luminoso con la leyenda “Pare de sufrir” y en el Museo de la Habana, “Ahora o nunca”.

Reconoce la labor de los coleccionistas y su poder en el mundo de la creación: “El arte tuvo la ilusión de cambiar el mundo, pero, desde los Médici hasta Pinault, siempre ha habido mecenas y poderosos que hacen que el arte suceda de una manera fuerte, con recursos que el artista no tiene.

Las cosas más importantes que he hecho las he realizado con apoyo de coleccionistas, como la exposición del Museo de La Habana, porque tiene un alto nivel de complejidad. No se puede separar la historia del arte de la historia del dinero, el precio es un atributo más de la obra de arte. Si vale diez millones de dólares, es por algo. No necesariamente por una razón artística, pero todo influye. Muchos ven el dinero colgado en la pared. Y es un nivel de seducción”. Y aclara: “Ése no es el arte al que yo aspiro”.