Ignacio Vara de Rey / Fotografía: Bobby Fischer, del Libro ‘Appetites’ de A. Bourdain
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29 agosto, 2019
Desde la cadena CNN llevaba las historias de las cocinas del mundo a cada casa. Fue irreverente, apasionado, gentil, generosos. Ayudó a las audiencias a pensar de manera diferente sobre la comida, los viajes y sobre ellos mismos. Abogó por poblaciones marginadas e hizo campaña por condiciones de trabajo más seguras para el personal de los restaurantes. Comprometido con numerosas causas, entre otras el movimiento Me Too, en defensa de la mujer.
Ganó casi todos los premios posibles: el Peabody destacó su labor “por ensanchar nuestros horizontes y nuestros paladares. Es iconoclasta, honesto, curioso, nunca condescendiente, nunca”, dijeron los jueces del premio. “Las personas se abren a él y, al hacerlo, a menudo revelan más acerca de sus lugares de origen o patrias de lo que un reportero tradicional podría esperar documentar”. El Smithsonian una vez lo llamó la estrella de rock original del mundo culinario, el Elvis de los chefs que son chicos malos. En 1999 escribió un artículo en The New Yorker, “No coma antes de leer esto”, que se convirtió en un libro best-seller en 2000, Kitchen Confidential: Adventures in the Culinary Underbelly. Fue su lanzamiento al universo mediático.
Anthony Bourdain recibió el premio Peabody en 2014, así como seis premios Primetime Emmy.
Nació en Nueva York en una familia acomodada, su madre era editora del New York Times y su padre trabajaba en Columbia, pero tuvo una juventud con problemas de adicción y drogas que superó con esfuerzo, lo que le da más valor a su éxito. Empezó de lavatrastes y conoció las entrañas de las cocinas de Nueva York, pero supo transmitir todo eso en sus artículos, libros y programas de televisión. Primero organizó A Cook’s Tour en Food Network; luego se trasladó a Anthony Bourdain: No Reservations en Travel Channel. Sin reservas fue un gran éxito, ganador de dos premios Emmy y más de una docena de nominaciones.
Su muerte sorprendió al público. Los grandes chefs del mundo y la cadena CNN emitieron un conmovedor comunicado: “Es con extraordinaria tristeza que podemos confirmar la muerte de nuestro amigo y colega, Anthony Bourdain. Su amor por la gran aventura, los nuevos amigos, la buena comida y bebida, y las notables historias del mundo lo convirtieron en un narrador único. Sus talentos nunca dejaron de sorprendernos y lo extrañaremos mucho. Nuestros pensamientos y oraciones están con su hija y familia en este momento increíblemente difícil”.
Asia Argento y Anthony Bourdain durante la gala de los premios Emmy en 2017.
Su pareja, la actriz Asia Argento, reforzó la notoriedad de Bourdain, quien no dudó en ponerse del lado de su chica en la lucha por los abusos y alinearse al movimiento Me Too. Ella fue una de las primeras en denunciar al productor estadunidense Harvey Weinstein por sus abusos. Anthony se distanció de chefs y restauranteros famosos como Ken Friedman o Mario Batali, señalados también por abusos contra mujeres. “En las actuales circunstancias, uno debe elegir un lado. Y estoy sin lugar a dudas y con firmeza del lado de las mujeres”, escribió en un artículo en la plataforma Medium, en diciembre del año pasado.
El fallecimiento de Bourdain sacudió a todo el planeta: desde Obama hasta el chef Arzak mandaron condolencias. Huía de las etiquetas: no quería que le llamaran chef, tampoco se consideraba un periodista, pero sí era un gran contador de historias. En 2016, llevó al expresidente Obama a comer a un restaurante de comida popular de Hanoi. Juntos bebieron cerveza y compartieron mesa. Barak Obama al conocer sobre su muerte, dijo: “Nos enseñó sobre comida pero, más importante aún, nos enseñó su capacidad de unirnos. De que tuviéramos algo menos de miedo a lo desconocido. Lo echaremos de menos”.
Nunca dejó de ser una referencia en el mundo de la gastronomía. Se convirtió en un cocinero mediático, pero murió de tristeza. Tuvo una hija con su ex esposa, Ottavia Busia-Bourdain. Estuvieron casados durante nueve años y mantenían una relación muy cordial. Se separaron, tal y como contó él mismo, porque llevaban “vidas muy separadas”. Una de las personas que mejor ha definido su trabajo es el prestigioso chef británico, Gordon Ramsay: “llevó el mundo a nuestras casas”.
El reconocido chef falleció víctima de suicidio el 8 de junio de este año.
Los chefs mexicanos también mostraron sus condolencias por su fallecimiento. Para el chef Oropeza, “trasmitía magia con sólo escucharlo, oírlo narrar sus aventuras. Esos relatos son una parte muy inspiradora de mi trabajo diario”. Carlos Gaytan señaló: “Realmente lo echaremos de menos”. Y Solange Muris, del restaurante Manzanilla, escribió: “Inspiración, irreverencia, autenticidad, pasión de la que sale del corazón. Lo que hoy más falta hace en este mundo”.
A Bourdain le gustaban los tacos al pastor y el desayuno mexicano. Conoció las glorias del restaurante Pujol y platillos de Tepito; le gustaba la Fonda Margarita y elogió el restaurante oaxaqueño Tlamanalli. Pasó también por Maximo Bistro y, en Baja California, hizo parada en La Guerrerense, afamado puesto de tacos de pescado. Fue un gran defensor de nuestra cocina y de nuestros profesionales: “Pasé la mayor parte de mi vida como cocinero trabajando con mexicanos. En casi todas las cocinas en las que tropecé, desorientado y temeroso, fue un mexicano quien me cuidó y me mostró cómo hacer todo. Las recientes expresiones vertidas en mi país en donde los mexicanos son llamados violadores y traficantes de drogas me dan ganas de vomitar de la vergüenza”, afirmó.
Elogiaba las salsas, el mole y realizó numerosas declaraciones de amor a la cocina mexicana, que disfrutaba sinceramente. “Podría ser, debería ser, una de las cocinas más excitantes del planeta. Si prestamos atención, las antiguas escuelas de cocina de Oaxaca hacen algunas de las salsas más difíciles y con más matices de la gastronomía. Y algunos en las nuevas generaciones, muchos de los cuales han sido entrenados en las cocinas de Estados Unidos y Europa, han regresado a su país para llevar a la comida mexicana a nuevas y emocionantes alturas”, dijo.
También le gustaba la cocina española, a la que le dedicó algunas palabras: “Soy un gran admirador de Juan Mari y Elena Arzak. Tienen uno de los mejores restaurantes del mundo. Son admirables como personas y como profesionales. Me gusta cómo combinan lo nuevo sin olvidar la tradición vasca”. “Lo que hace distinto a Ferran Adrià es que, siendo una cocina increíblemente creativa, no pierde de vista la comida catalana como fuente. Y agregó: “Una de las cosas que les encanta a los que hacen la gran excursión a elBulli es asombrarse y pasear antes o después por el mercado de La Boquería, en Barcelona. Se enamoran de los ingredientes españoles. Los chefs de todo el mundo están respondiendo muy positivamente a la seducción de todos esos ingredientes, más que al interés por la propia cocina creativa”.
El propio Adriá lo recordó con cariño, en El País: “Compartí con Anthony buenos momentos. El último, el año pasado en la cala La Pelosa, en la Costa Brava. Fue una comida divertidísima con Ferran, Rafa Zafra y parte de mi equipo, donde se nos hizo de noche entre anchoas, sangría, gambas enormes y un suquet elaborado por los pescadores de Roses”. Buen conversador, amigo del mezcal y la cerveza, recelaba de los críticos gastronómicos: “No puedes confiar en alguien que se queja de que un plato tiene muchas trufas. Después de muchos años, pierdes el sentido de la novedad”.
Asia Argento le dedicó un mensaje de despedida: “Anthony dio todo de sí mismo en todo lo que hizo. Su espíritu brillante e intrépido conmovió e inspiró a muchos y su generosidad no tenía límites”. Conoció platillos de todo el mundo, pero no encontró la receta de la felicidad. Murió de tristeza en 2018.
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